A quienes me preguntan la razón de mis viajes les contesto que sé bien de qué huyo, pero ignoro lo que busco.
Michel de Montaigne (filósofo francés)

Ahora que todo el mundo ha vuelto, yo me voy.

Me toca irme de vacaciones. No es un gran viaje, pero me apetece muchísimo. Me voy a Cantabria, una tierra que ya conozco, y a la que me gusta regresar de vez en cuando. Los paisajes son espectaculares, se come de muerte y se está fresquito. Y tengo la ventaja de que tengo alojamiento. Esta vez será diferente, ya que mi hijo me acompaña. Por supuesto, me hace especial ilusión viajar con mi peque, aunque a él no le quedará ningún recuerdo de sus primeras vacaciones.

Salgo mañana y todavía no he hecho las maletas. Me he pasado la noche murmurando en sueños, con 38º de fiebre. Cómo siempre, se me ocurre ponerme mala cuando me toca hacer algo divertido. Pero espero haber repuesto fuerzas con la siesta que he hecho, porque las necesitaré. Otra vez parece que vamos de mudanza, porque para el niño casi trasladamos su entorno. Y digo casi, porque lo único que nos dejamos es su habitación.

Yo huyo de la rutina que se apodera día a día de mi vida, de la gente malhumorada que ha vuelto al trabajo, del calor que parece que ahora ataca con más fuerza.

Yo sé de que huyo, y también sé lo que busco. Busco la tranquilidad, con sabor a montaña y a Cantábrico.